No pude resistirlo más, estaba ardiente y mi primo era la tentación prohibida que siempre había deseado. Durante nuestras vacaciones familiares, encontramos un momento para escabullirnos y dejar atrás todas las reglas. ¡Fue una locura! Follamos sin condón, sin importar el riesgo, solo disfrutando del éxtasis de nuestros cuerpos desnudos unidos en un baile apasionado. Grité su nombre mientras él me poseía con fuerza, haciéndome sentir viva y libre. Ambos sabíamos que no podíamos seguir así, pero en ese momento éramos amantes voraces, entregados al deseo y al placer sin límites. ¡Fue una experiencia inolvidable que siempre recordaré con nostalgia y lujuria!
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